Hoy, mujeres mágicas traen a más de mil niños que han nacido en las últimas 24 horas, mujeres que luchan por otras mujeres desde las trincheras de la ruralidad: son las Comadronas tradicionales y las Parteras profesionales, la luz que trae vida a esta sociedad.
Nacer en Guatemala es aún un hecho mágico, cósmico, esotérico, rodeado de alebrijes, agüeros y Nahuales benditos y entre el rebujo de nuestra chapina cotidianidad, celebramos a las miles de Comadronas y las Parteras chapinas.
El Día Internacional de la Comadrona, Matrona o Partera se celebra cada año el 5 de mayo según fue declarada por la Organización de las Naciones Unidas, ONU, como homenaje a todas estas personas cuyas labores marcan la diferencia entre la vida o la muerte para un sin número de mujeres y bebés en todo el mundo.
Fotografías: Alfredo Núñez
Historia de vida
Elsa Esther Chutá Gabriel, partera profesional, originaria de la Aldea Ciudad Vieja de San José Poaquil en Chimaltenango y graduada desde el año 2012 en México, nos cuenta con sus propias palabras la odisea de ser una de las primeras parteras profesionales del país.
«Mi bisabuela fue comadrona, yo no lo sabía, me enteré hasta cuando estaba estudiando para ser partera; allí descubrí que sí, la vocación trasciende a las generaciones en la familia».
Desde Poaquil hasta San Miguel de Allende en Guanajuato, México, pasan los años, cuatro en total, y Elsa regresa al país de la Eterna Primavera a trabajar en el Programa Que vivan las madres: venga a tener su parto al CAP; en este programa ella fungió como enlace entre comadronas y el personal de los Centros de Salud de diversas comunidades en los departamentos de Huehuetenango y Alta Verapaz.
Sus ojos vieron, comprendieron y multiplicaron la sabiduría que llevaba en las venas y la ciencia que aprendió. Multiplicó sus saberes y, mujer a mujer, fue salvando vidas de niños y madres, de familias completas.
Ésta es su historia:
«He comprobado que no todas llegan a ser parteras, muchas renuncian en el camino, es necesaria la inspiración. La hija de la comadrona ahora estudia para ser partera, se hereda la vocación»
Sobre sus años de trabajo en la ruralidad Guatemalteca nos dice: «A través de las comadronas logramos concienciar a las comunidades y poder darles seguridad para ir a sus controles prenatales y que luego sintieran confianza para poder atender su parto en el CAP. Tuvimos muchas pláticas, muchos viajes, muchos grupos de mujeres embarazadas y en cada lugar sembramos la idea de ir al CAP».
Con el enfoque de Que vivan las madres fue posible encontrar vías alternas para lograr el cuidado adecuado de muchas mujeres:«Muchas veces los esposos son los que no dejan que la mujer vaya al CAP, allí entramos nosotros, incluimos a los hombres en los grupos de embarazadas, les aseguramos que éramos parteras, que éramos amigas de la comadrona y que en casos específicos es necesaria la atención en el CAP».
las vicisitudes fueron muchas, pero la vocación va más allá: «hablarles a las mujeres en su idioma es de lo más importante, quien pueda hablar un idioma maya, debe hacerlo, sin vergüenza ni pena; el personal de salud se debe adaptar a las necesidades de las mujeres».
En cuanto a la experiencia con las comadronas Elsa nos cuenta: «Nosotros nos llevamos bien con las comadronas, no les imponemos nada, no llegamos a quitarles su trabajo, ese no es nuestro enfoque ni el objetivo de Que vivan las madres. Es animarlas, darles más herramientas, incluirlas en el sistema de salud, traerlas, acercarlas a los CAPs (…) fuimos un enlace dándoles el valor necesario a las comadronas (…) las comadronas son fundamentales, el cuidado respetuoso con las comadronas es importante». La partera alimenta el conocimiento y la comadrona alimenta la sabiduría de la partera, juntas se convierten en la única vía en el seno de la familia para salvar vidas.
Los resultados del programa Que vivan las madres: venga a tener su parto al CAP, donde Elsa y tres parteras profesionales más trabajaron arduamente fueron exitosos. Reflejó un aumento en un 19% de los partos institucionales, la disminución de un 23% en morbilidad materna y un 17% para la morbilidad perinatal. La mortalidad perinatal se redujo en un 12% y la mortalidad perinatal ocurrida dentro de los CAPs se redujo en un 24%.
Para tales resultados fue preciso centrarse en el dicho de aprender haciendo. Elsa nos cuenta: «Nosotras no fuimos y solo les pusimos presentaciones, no, buscamos el dinamismo, actuar los momentos, en los puestos de salud nos quieren, las comadronas nos preguntan cuándo vamos a regresar, les gusta usar la ropa con la que simulamos los partos, los muñecos, los videos. (…) muchas comadronas no pueden ni leer ni escribir, practicando es como mejor ellas pueden aprender y nosotros también.»
«La comadrona trabaja aunque no le paguen, no se queja, camina demasiado, pasa hambre, es valiente, se esfuerza, es líder: las comadronas son poderosas (…) yo nací de una comadrona y soy partera, valoro mi profesión».
Elsa cierra esta entrevista contándonos que ahora da clases a nivel universitario en el área de Partería y concluye diciendo: «Ser partera es la mejor decisión de mi vida, tengo un conocimiento un poquito más amplio, me he superado profesional y personalmente, estoy feliz».